A continuación doy a conocer uno de los ensayos del escritor sinaloense Enrique Félix Castro. Incluyo, además, la presentación del libro en que se han recopilado algunos de sus escritos más importantes, entre ellos el que les presento aquí, editado por la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Sirva esto como un modesto esfuerzo por dar a conocer la obra de uno de los pensadores sinaloenses menos difundidos, pero a la vez de los más importantes para conformar una identidad regional.
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PRESENTACIÓN
Enrique Félix Castro, el Guacho, es, sin duda, uno de los intelectuales más destacados de Sinaloa. Profesor normalista y universitario, orador, ensayista social, crítico literario, organizador de revistas, todas estas características reunidas en su persona lo convierten en personaje central de la historia sinaloense. Félix Castro estudió para profesional del magisterio en el Colegio Rosales (1929-1933); en esta época editó, al lado de Enrique Max Gómez, el periódico estudiantil Luchemos, cuyos contenidos dejan ver su inclinación por el socialismo. A partir de 1935 el Guacho impartió la cátedra Historia del socialismo en el mencionado colegio, al mismo tiempo que se integraba al equipo pionero de la radiodifusión en Culiacán.
Enrique Félix Castro, el Guacho, es, sin duda, uno de los intelectuales más destacados de Sinaloa. Profesor normalista y universitario, orador, ensayista social, crítico literario, organizador de revistas, todas estas características reunidas en su persona lo convierten en personaje central de la historia sinaloense. Félix Castro estudió para profesional del magisterio en el Colegio Rosales (1929-1933); en esta época editó, al lado de Enrique Max Gómez, el periódico estudiantil Luchemos, cuyos contenidos dejan ver su inclinación por el socialismo. A partir de 1935 el Guacho impartió la cátedra Historia del socialismo en el mencionado colegio, al mismo tiempo que se integraba al equipo pionero de la radiodifusión en Culiacán.
Durante el cardenismo, en plena euforia revolucionaria, el Colegio Rosales se transforma en la Universidad Socialista del Noroeste (hoy UAS); el rector Solón Zabre designa secretario al Guacho Félix. En 1938 después del amplio apoyo que la universidad otorgase a la huelga magisterial, ambos funcionarios son expulsados de la institución y son obligados a abandonar el estado.
Después de vivir en la ciudad de México, en 1945 regresa a Sinaloa para ocupar el cargo de Secretario de Educación en el gobierno de Pablo Macías Valenzuela. Durante su gestión -de sólo dos años- se legalizó el funcionamiento de la Escuela Normal de Maestros. En estos dos años se reúne con Antonio Nakayama, Roberto Hernández Rodríguez y Manuel Ximénez, con quienes funda la revista Resumen, de la cual se publicaron 5 números. Algunos años más tarde, el Guacho resintió notablemente los efectos del alcoholismo; en 1965 murió solitario y en la miseria en un cuarto del Hotel Jardín de la ciudad de México, en donde se hospedara por larga temporada.
La lectura de los textos aquí reunidos permite reconocer el desenvolvimiento intelectual de quien expresa -posiblemente- más claramente a su generación, la que delínea en mucho las peculiaridades de quienes le han sucedido. De ahí la importancia que a los universitarios nos merece el presente libro, que consideramos es un rescate y, por tanto, una aportación para la memoria histórica de la comunidad sinaloense.
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CONCIENCIA Y BANDERA DE LA JUVENTUD
CONCIENCIA Y BANDERA DE LA JUVENTUD
Enrique Félix Castro
¿Cuál juventud? ¿Cuál conciencia? ¿Cuál bandera?...
Viene a cuento estas preguntas torales, amable lector, a propósito de cierto murmullo político que ya se ventila en el corredor burocrático de Sinaloa.
Durante las vacaciones de la revista Resumen que disfrutamos todo el frío mes de enero, llegó a nuestra antena revestida de alto silencio, la onda de la murmuración palaciega, la voz en sordina de los maquiavélicos nylon del circo de enfrente a quien parece ya empieza a estorbarles el sentido polar de nuestra publicación.
Lo sentimos mucho, pero Resumen se mantiene firme en su propósito de fincar la felicidad de Sinaloa en la autenticidad del hombre, destruyendo todo lo que sea magia, fantasía, desviación y mentira.
Pensamos que ya es tiempo de que la inteligencia de Sinaloa, de que los hombres más cultos y aptos de nuestra región, se den cita en un estudio congruo de los problemas más importantes del hombre nuestro, ellos sí, libremente, enfáticamente, silenciosamente, vertiendo toda su generosidad en el esfuerzo progresista de este gran pueblo de Sinaloa cuya suerte debe cambiar, violentando su destino en la técnica, en el trabajo, en la industrialización y en una nueva visión de la libertad.
Ahora bien, para que pueda lograrse el nuevo destino del hombre en la filosofía del trabajo, de la ciencia aplicada y del ejercicio de la libertad integral, Sinaloa necesita políticos, dirigentes de nuevo cuño, plenos de esa filosofía y de la aptitud para realizarla. Es decir, en nuestro solar procede, por esencia de futuro y progreso, un viraje radical en el contenido y en el rumbo de la política. Se trata de una actitud histórica nueva, verticalmente nueva, para la cual se necesita una médula espiritual, sustancialmente distinta a la que centra nuestra vida social de hoy y de ayer. Y una filosofía y una actitud de tal naturaleza y alcance, sólo es posible en el alma nueva, creciente, abierta de la juventud de Sinaloa.
No de la juventud castrada por el carnicero político que le deja los testículos en el cuerpo para cortarle la virilidad del alma; no de esa pobre juventud sin juventud de sí misma; no de los traidores de su propia juventud que son Sancho-Panzas con cara de Quijotes; no de la juventud de homosexuales frustrada que se viste de hombre y piensa como mujer. Ni tampoco la juventud obesa, de mirada turbia, de manos sucias de oro y de pecado. No, esa juventud es vejez anticipada y torcida; es agonía de la vida; es tristeza, es negación y es vergüenza.
Para una revolución mental así concebida y exigida por el futuro de la provincia, se necesita la otra juventud: aquella que aún conserva el sentido de la dignidad; la que tiene espolones en el alma; la juventud que no engorda con las bellotas del chiquero de la simonía mexicana. Nos referimos a la juventud que lleva en su pecho al Quijote liberado del absurdo romántico, por el Quijote cuya lanza apunta la dolencia de nuestro tiempo, sabiendo que el ideal es color de tierra, sabor de sangre y eternidad de cielo. Ya lo decía Henri Barbusse: "juventud en tropel, las estrellas están en la tierra, enraizadas".
¿Existe acaso esta última clase de juventud en la bella provincia de Sinaloa?... Nosotros contestamos que sí existe, no en el grado de perfección que vamos diciendo, pero sí sustanciada de ese rumor silencioso, de ese misterio en curso, como juventud en trance de parirse a sí misma con la lumbre del pueblo en sus ojos abiertos y con la sangre movida por el ondear de la más alta bandera.
¿Pero dónde está, dónde pudo haber empollado esa mesiánica juventud cuyo destino es el destino del dolor del hombre de Sinaloa?... Esa juventud radica en donde radica el alma mejor del hombre del noroeste de México. Esa juventud vive y alienta en el crisol más puro de la historia humana de Sinaloa: donde crece y se agiganta la síntesis de la luz interior del pueblo; en la roca de la soledad del pensamiento que engendra águilas de largo vuelo como Rafael Buelna, como Juan Francisco López y Genaro Estrada.
En el Colegio Civil Rosales; en la Universidad de Sinaloa; en la custodia que guarda el sacramento imperdonable de la juventud sinaloense: allí está el principio y el fin de la cultura y de la libertad por cuanto es resumen de la voz del hombre. Para esa juventud rosalina y universitaria de mirada fiel a la pureza de la proa del barco que lleva los sueños y la voluntad de una vida mejor para Sinaloa; para ellos, los jóvenes de siempre, va este mensaje rotundo de honor y solidaridad.
La revista Resumen -prolongación y presencia de la Universidad- fraguada con la materia prima de su emoción y de su idea en regreso a la idea y a la emoción del pueblo, levanta hoy la oriflama de la auténtica juventud sinaloense, a la altura de la angustia del hombre contemporáneo de Sinaloa. Alza el estanadrte, cita y convoca a todos los hijos de la Universidad a una asamblea de amor permanente, de conquista y defensa, de conciencia y avance, por cosas y hombres mejores para esta tierra que exige un retorno de la luz por la luz que inunda nuestro espíritu y por la luz con que baña nuestros ojos.
Rafael Buelna está en el extremo del cielo, como almirante del alma de Sinaloa, cruzando banderas y señales. Almirante será de nuestros vientos; almirante será de nuestros sueños. Faro, enseñanza, mástil, norte y nivel de la juventud. Horizonte y símbolo. Divisa desplegada. Allá iremos, por la escollera de la vida simbólica de Rafael Buelna porque cruzó su inmensidad de hombre con la inmensidad del pueblo; porque nos dice cómo se cruzan los pantanos de la política cuando se tiene intención de arcángel, porque la muerte física de su juventud es el nacimiento de la guía, hombres con pies de aurora y frentes de tierra y cielo.
FUENTE:
Félix Castro, Enrique. Evolución tardía de la provincia. Editorial UAS. Culiacán. 1985.
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