Descripción: En el "Manifiesto del partido comunista", Carlos Marx y Federico Engels buscaron plasmar su concepción del desarrollo histórico de las sociedades, pero con ello también está implícita la cuestión del desarrollo de la libertad de los sujetos históricos a través de la integración en ellos de la "consciencia".
La concepción materialista de la Historia
Marx y Engels exponen desde el primer apartado del Manifiesto una concepción del desarrollo histórico a través de contradicciones entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción; al mismo tiempo, califican a la historia de las sociedades como la historia de las luchas de clases.
La burguesía surge del seno de la sociedad feudal como una clase portadora del progreso económico, que entra en contradicción con las formas feudales de producción y sus relaciones sociales. Así, pues, como clase progresista, se impone a la aristocracia feudal; entabla con ella una lucha política que sirva al establecimiento legítimo de su dominio económico.Una causa económica es la que explica un movimiento social y político.
De esta manera explican Marx y Engels la historia. Una clase en ascenso busca el poder, dominar al resto. Pero, en esto hay algo de irracional e inconsciente. Si acaso, se sigue sólo la racionalidad del capital y la del poder, que son correspondientes. Mas la lógica del capital y del poder, ¿se asemeja en algo a la lógica de la conducta humana? ¿Forman parte de ella, o son su todo? Lo cierto es que mientras el hombre no conozca esa lógica del capital y del poder, asistirá a la historia como espectador, víctima o títere, pero no como un agente o protagonista.
La ciencia histórica, pues, debe echar mano tanto del conocimiento del desarrollo económico como del desarrollo político, así como de sus conexiones. Marx y Engels exponen en la primera sección del Manifiesto el modo como han acontecido en su época dichos desarrollos. Y, observando su situación histórica, su presente, ven hacia el futuro.
Desde hace algunas décadas, la historia de la industria y del comercio no es más que la historia de la rebelión de las fuerzas productivas modernas contra las actuales relaciones de producción, contra las relaciones de propiedad que condicionan la existencia de la burguesía y su dominación [...] las armas de que se sirvió la burguesía para derribar al feudalismo se vuelven ahora contra la propia burguesía.
Pero la burguesía ha producido también los hombres que empuñarán esas armas: los obreros modernos, los proletarios.
La Historia como lucha de clases.
La Historia concebida por Marx no se limita al mero conocimiento del pasado; del pasado en sí mismo. La historia viva y real está en el presente, señalando futuros posibles, al igual que muestra los restos del pasado, aun pugnando por permanecer. Ya se dijo anteriormente: la historia es la historia de las luchas de clases. Pero, este principio podría formularse de este otro modo: la historia es la tensión entre el pasado y el presente que apunta a una solución futura.
Esta tensión entre el pasado y el presente se expresa en las clases sociales existentes; una más desarrollada que la otra y que representa el futuro de la sociedad. El pasado, en sí mismo, no es objeto de interés en el Manifiesto, salvo para revelarnos el proceso del cambio social; un proceso que signifique una ley que pueda ser evaluada en el presente. Por ello es que la indagación histórica en Marx y Engels está indisolublemente ligada a una práctica histórica, fundamentalmente en el terreno político. La teoría y la práctica son inseparables.
Concretamente, ellos vieron en el proletariado a la clase social que derrocaría el régimen capitalista; ellos vieron en ella un carácter que superaba al de la clase burguesa:
Las condiciones de existencia de la vieja sociedad están ya abolidas en las condiciones de existencia del proletariado. El proletariado no tiene propiedad; sus relaciones con la mujer y con los hijos no tienen nada de común con las relaciones familiares burguesas; el trabajo industrial moderno [...] despoja al proletariado todo carácter nacional. Las leyes, la moral, la religión son para él meros prejuicios burgueses, detrás de los cuales se ocultan otros tantos intereses de la burguesía.
Todas las clases que en el pasado lograron hacerse dominantes trataron de consolidar la situación adquirida sometiendo a toda la sociedad a las condiciones de su modo de apropiación [...] Los proletarios no tienen nada que salvaguardar; tienen que destruir todo lo que hasta ahora ha venido garantizando y asegurando la propiedad privada existente.
Estas últimas palabras en que se expresa la posibilidad de un giro histórico radical en el desarrollo de los pueblos, no significan un destino necesario. En el pasado, no fueron las clases oprimidas quienes promovieron directamente la revolución social, sino otras que eran clases poseedoras y que buscaban dominar políticamente. Si acaso, las clases desposeídas tomaron parte como clases dirigidas en tales movimientos. Por ello, podríamos afirmar que esas revoluciones, más que estar inspiradas en un verdadero ideal de justicia que beneficiara al género humano en su conjunto, sólo seguían la lógica del capital y del poder. Era, en cierto modo, una historia inconsciente, irracional; en cierto modo, una historia sin el hombre; una prehistoria. La verdadera historia es la que logra liberarse de los prejuicios económico-políticos, reconociéndolos científicamente y, poniendo en práctica una lucha política que redunde en justicia para todo el género humano.
Esta es la misión histórica que Marx y Engels atribuyen al proletariado. Pero, repito, no hay un destino necesario para él. Puede ser o no ser. Depende fundamentalmente del hombre. Su realización no ha de ser como los acontecimientos históricos anteriores, guiados por la necesidad del desarrollo económico y sus correspondientes formas políticas y culturales. La hegemonía proletaria ha de ser producto de una lucha consciente y deliberada de esa clase social. Se trata, pues, de la verdadera historia, de la historia con el hombre.
La consciencia histórica
Construir la verdadera historia implica la existencia de una consciencia histórica en los sujetos. En el Manifiesto, se expresa la manera como el proletariado fue adquiriendo esa consciencia de su misión histórica. La consciencia coincide, en realidad, con lo que los marxistas llaman "consciencia de clase". Veamos cómo Marx y Engels nos describen el desarrollo de dicha consciencia:
Al principio, la lucha es entablada por obreros aislados, después, por los obreros de una misma fábrica, más tarde por los obreros del mismo oficio de la localidad contra el burgués individual que los explota directamente. [...] Pero la industria, en su desarrollo, no sólo acrecienta el número de proletarios, sino que los concentra en masas considerables; su fuerza aumenta y adquieren más consciencia de la misma [...]
Como consecuencia de la creciente competencia de los burgueses entre sí y de las crisis comerciales que ello ocasiona, los salarios son cada vez más fluctuantes; el constante y acelerado perfeccionamiento de la máquina coloca al obrero en situación cada vez más precaria; las colisiones entre el obrero individual y el burgués individual adquieren cada vez nás y más el carácter de colisiones entre dos clases. Los obreros empiezan a formar coaliciones contra los burgueses y actúan en común para la defensa de sus salarios.[...]
El verdadero resultado de sus luchas no es el éxito inmediato, sino la unión cada vez más extensa de los obreros [...] Y basta ese contacto para que las numerosas luchas locales, que en todas partes revisten el mismo carácter, se centralicen en una lucha nacional, en una lucha de clases. Mas toda lucha de clases es una lucha política.
Estas progresivas formas de organización proletaria, que van desde la mera acción particular, pasando por los sindicatos y terminando en el partido político, corresponden a diversos grados de consciencia histórica, y las consecuencias de sus actividades tienen también diversos alcances.
Pero, el carácter científico de lo histórico sólo se llega a asomar en la lucha de clases desde un partido político. En la acción política está implícita una lucha de ideas, dos o más versiones distintas sobre el mundo. En la segunda sección del Manifiesto, por ejemplo, se dice cómo los comunistas poseen una mejor comprensión del proceso histórico. Y éstos, por tanto, están en mejor posición para dirigir la lucha política del proletariado.El conocimiento histórico aparece aquí con un carácter eminentemente práctico. Tampoco es un conocimiento imparcial, puesto que es asumido por una parte de la sociedad; lo cual no significa que deje de ser objetivo o verdadero.
Conclusiones
Podemos concluir que la consideración marxista de la historia es sumamente singular, por varios aspectos que a continuación enumero:
1) La primacía del aspecto económico (es decir, la forma particular de relación del hombre con la naturaleza, en cierto momento de la historia), sobre el aspecto político y cultural.
2) La consideración de la historia económica de los pueblos y la conexión que han tenido en ellos lo económico, lo político y lo cultural.
3) Sobre la base de la consideración (científica) anterior, la reconsideración de la primacía de lo económico, es decir, la consideración de la posibilidad de trascender el determinismo económico a partir de la acción política (y cultural). Aquí se invierte la relación economía versus política y cultura.
4) La consideración marxista de la historia no puede ser imparcial, ni tampoco desligarse de la práctica (no es un saber puramente teórico).
5) La historia no puede estar dedicada al estudio del pasado en sí mismo, sin relación con el presente y el futuro.
Enlaces:
- Fuente: Podcast Filosofía
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Buena exposición de la concepción del desarrollo histórico según Marx y su compadre Engels. ¡Sí!, muchos podrían aseverar que el materialismo histórico peca de soberbia, que pretende entender los acontecimientos históricos, siendo estos tan complejísimos como la conducta humana, ¡obvio!, pues son producto de la conducta de muchísimos seres humanos. Aun así, hasta ahora, no hay una mejor visión general que nos permita entender los procesos sociales que están ante nuestro posible estudio. Lamentablemente después de Marx y Engels tal concepción de la historia no ha tenido un avance extraordinario. Por cierto, muy cierto Mauricio, la historia no puede ser plenamente una ciencia si sólo se dedica principalmente a recabar datos, tiene que hacer una ambiciosa interpretación de ellos y tiene que estar ligada a una práctica humana con miras en el presente y en el futuro. Tanto la física y la matemática muestran lo que debe ser una ciencia: son teorizaciones, guías para transformar nuestro entorno y a nosotros mismos.
ResponderEliminarDe: Genaro
Hola, Genaro, te agradezco el comentario.
ResponderEliminarAdemás de la consideración de la Historia como campo de conocimiento humano a la vez que como fenómeno, he pretendido en este ensayo señalar muy tácitamente el papel activo que puede jugar la voluntad humana en el proceso de la Historia. Con esto, creo, podría corregirse cierto prejuicio muy común que se tiene contra el marxismo: el del determinismo económico.
Se olvida con mucha frecuencia que el pensamiento de Marx es humanista. El determinismo económico que Marx menciona es sólo una cara de la realidad del proceso de la Historia; la otra es la de la lucha de clases, es decir, lucha de voluntades humanas. Allí, con la consciencia histórica fincada en la organización es donde reside la historia que el ser humano debe asumir: una historia verdaderamente humana en tanto es creación del hombre, expresión de su libertad.
Sería bueno ver cómo algunos marxistas contemporáneos (Gramsci, Sartre, entre otros) han retomado esta concepción marxista-humanista de la historia, para confirmar la actualidad de Marx.
Muchas gracias por la atención que has tenido a este escrito. Saludos.