Estructura de la comunicación
Sin
duda que la comunicación es un proceso intrínsecamente humano, que está en la
base de la conformación de las sociedades y, por ende, de los individuos o
personas. Respecto de porqué es el hombre un ser más gregario que todo otro
animal, el filósofo griego Aristóteles afirmó que “la palabra está para hacer
patente lo provechoso y lo nocivo, lo justo y lo injusto…y la participación
común en estas percepciones es lo que constituye la familia y la sociedad”. Por
tanto, la palabra cumple la función de transportar un valor de índole social,
que trasciende el ámbito limitado de la existencia individual. En contraste, según
Aristóteles, los animales tienen “voz”, mas no “palabra”, y con dicha voz sólo
pueden comunicar entre sí las experiencias individuales del dolor y del placer.
En
nuestros tiempos, algunos teóricos de la comunicación describen su estructura a
través de elementos como: el emisor, el receptor, el mensaje, el medio, el
código y el referente. Emisor y receptor son, claro, los sujetos que se
comunican, que comunican un cierto mensaje, un hecho ya sea de la realidad
objetiva o de la pura consciencia, un hecho mental. Y el medio común que
utilizamos para esto es el lenguaje hablado, la lengua o idioma. Pero también
se pueden mencionar otros medios, surgidos gracias al desarrollo técnico: el
libro y los periódicos, el telégrafo, el teléfono, la radio, la televisión, y
en nuestros días, la internet. En términos generales, podemos definir al medio
como el soporte material o vehículo en que se transmite el mensaje, y dicho
medio está condicionado técnicamente.
La
conexión entre la naturaleza de los medios, el tipo de comunicación, la cultura
y la estructura social ha sido un tema de gran interés en nuestro tiempo. Hoy
día se plantea, incluso, la idea de que estamos arribando a una nueva etapa
dentro de la comunicación humana, y que esto ha de traer cambios sustanciales
en las culturas y sociedades contemporáneas. Por ello, veamos un poco acerca de
esta conexión entre la tecnología comunicativa y la cultura.
Medios y revolución socio-cultural.
En
la historia de la humanidad se pueden reconocer dos momentos decisivos en la
conformación de medios de comunicación masiva a distancia. El primero coincide
con la invención de la imprenta en el siglo XVI, el segundo a partir del
telégrafo durante el siglo XIX. Luego de este último se han venido en cascada
estrepitosa el teléfono, la radio, la televisión y, la que para muchos
constituye la tercera revolución: la de internet. Pero, ¿semejantes desarrollos
técnicos de la comunicación han hecho de esta algo diferente? ¿Han cambiado con
ello a las sociedades?
En
la primera revolución, la de la imprenta, es claro que significó el inicio de
un proceso de educación y autoeducación de las masas. Proceso lento, pero
efectivo, que llevó a la secularización de la cultura, antes bajo dominio
absoluto de la iglesia. Dicho proceso se expresó en el ideal de la libertad de
expresión. Y, sin embargo, así, como mero ideal ha permanecido desde entonces, puesto
que la prensa no ha sido nunca un espacio de expresión democrática real, es
decir, en poder de la ciudadanía, sino en poder del estado y de las clases
sociales dominantes.
La
segunda revolución mediática parece seguir a otra de tipo económico: la
revolución industrial. Desde el telégrafo hasta la televisión la clase capitalista
ha utilizado estos medios en diversos modos para afirmar su poder económico y
político: desde servir a la organización de sus actividades, pasando por la
propaganda que ha forjado al sujeto “consumidor”, hasta la promoción de una
cierta ideología que le asegura su poder. Y en todo esto, los beneficios que
quedan para los pueblos es algo meramente circunstancial, cuando hay tales
beneficios.
En
cuanto a internet, en México representa un medio poco empleado (por razones
socioeconómicas, principalmente), en comparación con la radio o la televisión,
por ejemplo. Sin embargo, parece ser un medio que se mantiene al margen de los
intereses económicos y políticos de las clases gobernantes. Hay, pues, en este
medio si no una democratización, sí una mayor libertad para la expresión
individual y a una escala global. Pero, ¿está en posibilidad de generar una
nueva cultura? ¿Es cualitativamente distinto a los medios electrónicos
tradicionales?
Información y conocimiento.
La
raíz del problema en las tecnologías tradicionales de comunicación reside tanto
en su uso monopólico y no democrático, como en la falla de un aspecto elemental
del proceso comunicativo: la retroalimentación. El mensaje va siempre del
emisor al receptor, pero no siempre emisor y receptor son los mismos. El que es
receptor en un momento dado puede convertirse a su vez en emisor, porque la comunicación
es, esencialmente, “diálogo”. Pero, los medios tradicionales de comunicación,
en la medida en que sirven como mero instrumento de poder ideológico, evitan
sistemáticamente el diálogo, o lo remplazan por un falso diálogo. Evitan la
participación comunitaria en la expresión de opiniones.
De
esta suerte, la llamada “opinión pública” no es más que la opinión de quienes
dominan. Dominio que, más que fundarse en la capacidad de ellos, se funda en la
incapacidad de los otros, de las masas que viven sumidas en la ignorancia.
Hoy
que se halla tan de moda hablar de la “sociedad de la información” o de la
“sociedad del conocimiento” deberíamos antes aprender a distinguir entre
información y conocimiento. No son lo mismo. Filosóficamente, entre información
y conocimiento puede haber un mundo de diferencia. La primera concierne a lo
inmediato, a lo dado a través de los sentidos, que no es pasado por el tamiz de
la reflexión, del diálogo crítico. Por otro lado, el conocimiento da cuenta de
la realidad de las cosas, nos devela el ser de las cosas. Es lo que intentan constantemente
las ciencias y la filosofía.
Pero
lo que impera en los medios de comunicación, incluyendo en cierta medida a las
nuevas tecnologías, es el tránsito de mera información, porque el conocimiento,
además de estar plasmado en conceptos, requiere siempre de la discusión, del
diálogo, y es lo que hace falta. Y la información, por sí misma, sin este
elemento crítico que menciono, no sirve para crear o transformar, salvo para
ser usada en el mantenimiento de un cierto orden socio-cultural establecido.
Para
concluir: ¿significan las nuevas tecnologías una nueva revolución cultural? Como
ya he mencionado, las revoluciones culturales anteriores e inherentes a los
cambios en las tecnologías de la comunicación sólo han transformado
instrumentalmente el proceso comunicativo, pero dejando intacto su perfeccionamiento
en un encuentro más profundo entre los seres humanos, que debería ser el objetivo
principal. Una verdadera revolución en los medios cumpliría con este fin. Por
esto es que considero que un cambio cultural válido puede ser realizado tanto a
través de las nuevas tecnologías como de las tradicionales y depende más que
nada de su democratización. De momento, parece que internet es el espacio más
propicio para ello, pero, ¿qué nos hace creer que no pueda convertirse también
en un medio de control? Sólo cabe apelar a la organización de los medios por
los propios ciudadanos para hablar entonces de un verdadero cambio
socio-cultural.