Una breve introducción al pensamiento del filósofo inglés Francis Bacon.
lunes, 31 de marzo de 2014
lunes, 17 de marzo de 2014
Una respuesta de Kierkegaard a la pregunta: ¿cómo valorar la vida?
por José Carlos Ramírez
Molina
La existencia pertenece
al hombre libre, libre de elegir, de preferir, de valorar diferentes
alternativas, aceptando unas y rechazando otras, comprometiéndose en
el acto libre consigo mismo. Porque al elegir y valorar lo externo,
realiza al mismo tiempo una valoración interna. Así es como llega a
ser más individuo y menos forma parte de la masa; porque el unirse a
ésta masa, a este estado o pensamiento universal, anula la
posibilidad de la responsabilidad personal, la existencia autentica y
la libertad.
Es evidente que todo ser
humano se distingue de los demás individuos, sólo hace falta echar
una mirada. En la falaz masa de los estadios de futbol por ejemplo,
la valoración se vuelve común a la totalidad porque se siente,
piensa y actúan todos con un mismo fin. Esta masa enloquecida puede
realizar actos que de manera individual y fragmentaria, no se
concebirían. Lo que hay que buscar entonces es la individualidad, la
separación de esa masa inautentica, para afirmar mis propios
principios de valoración y conducta; aunque signifique ir en contra
de la corriente social. Esto es la individualidad de la valoración
valorante en Kierkegaard.
Tras escuchar a Schilling
en Berlín, el filósofo Danés adquiere simpatía por la filosofía
positiva, que versa sobre el qué de las cosas, su existencia y su
valor en la experiencia concreta. No obstante, no podía pasar por
alto la magnitud de la obra de Hegel, que era, mas bien una filosofía
negativa, moviéndose solamente en el ámbito de las ideas abstractas
y deduciendo conceptos y esencias, mientras se le escapaba la
existencia individual. Al no empatizar con Hegel, y en general con un
rigor sistemático, no me sorprende que se dude en considerarle un
filósofo en el sentido estricto, mas bien podemos entonces
considerar a Soren como un pensador subversivo y revoltoso, como en
su tiempo lo fueron Aristipo de Sirene, Diógenes de Sinope y Epicuro
de Samos.
La filosofía de
Kierkegaard es personal, vivida, autobiográfica, y podemos decir que
es un ejemplo de lo que Nietzsche dice al afirmar que los pensadores
no han hecho otra cosa que plasmar sus experiencias propias, y darles
un sentido universal, dando así a la experiencia individual y al
cuerpo una gran razón.
La dialéctica Hegeliana
es autoconciencia, conciencia universal y pensamiento absoluto. La
dialéctica del pensador Danés es diferente: busca principalmente la
individualidad en la existencia. Propone el transito de una etapa a
otra por medio de un acto de la voluntad, de la valoración, de un
salto individual a la plenitud. Por esto, la existencia es buscada y
optativa. Hay que elegir entre las posibilidades o alternativas
superiores, en las cuales el hombre valora, prefiere voluntariamente
su forma de ser y existir.
La primera esfera de la
valoración de la existencia es el estadio estético y se caracteriza
principalmente por una sensibilidad dispersa en lo exterior, en esta
fase predomina la valoración desde las emociones, los sentimientos y
las pulsiones de vida. El representante es el hombre romántico, que
disfruta la música, el drama, lo sublime, la belleza de una obra de
arte, se encuentra regido por el principio del placer. El poeta
inspirado por una musa puede llevar hasta el límite la imaginación
y la pasión. En esta vida valorativa no hay principios morales
universales, ni tampoco una determinada fe religiosa, y si, el deseo
desmesurado de gozar en toda experiencia emotiva, sensible, corporal,
sensual, afirmando por completo la vida y aceptando las posibilidades
que pueden ser causa de placer. Porque para el hombre esteta, es lo
mismo guardar la ascesis que agotar las posibilidades que brinda la
vida y el deleite, por ello podemos decir que el esteta se sitúa más
allá del bien y del mal.
Este hombre rechaza todo
cuanto limite su afán de disfrutar del néctar de una flor que se
encuentre se su caminar. Su existencia es libertad, pasión y pura
vida, es pura informalidad, hay un cierto modo de vida indefinida,
dispersa, dionisiaca.
Un ejemplo fascinante de
esta esfera valorativa lo da Moliére en su tragicomedia Don Juan,
basada en la obra del español Tirso de Molina: el buscador de
Sevilla. En la obra se presenta un personaje seductor, infiel, bravo,
libertino y cínico; Don Juan, caballero que colecciona sus
conquistas amorosas, al que principalmente atraen jóvenes de la
nobleza como también de la servidumbre, sucumbe ante la belleza de
una mujer. Pero lo único que le interesa es conquistarlas para luego
abandonarlas tan pronto como degusta de sus encantos. Hay incluso
ocasiones en las que enfrenta a rivales demostrando su temeridad por
los favores de las jóvenes. Tiene además el impulso de cuestionar a
la homosexualidad y a la religión con sus normas morales. Otro
ejemplo, por demás ilustrativo lo encontramos en la canción popular
Gavino Barrera, hombre que obedeciendo a sus impulsos vitales, seduce
a las mujeres bellas que encuentra en cada pueblo al que visita.
En Diario de un seductor
el placer no se da por la seducción de la mujer, sino en el cómo
llegar al fin buscado. El filosofo de O lo uno o lo otro, afirma que
el hombre esteta prefiere seguir encerrado en su sótano, dominado
por la pasión sin freno, pero si el hedonista logra tener conciencia
de sí como ser disperso y siempre lanzado a una búsqueda
insatisfecha, existe la posibilidad de que el hombre en ésta
valoración esté cerca de la desesperación, pero que logre
superarla. Porque puede darse cuenta de que la pasión lo acompañará
durante toda su vida valorativa, como una enfermedad crónica
degenerativa. Es decir, no podrá curarse, sólo logrará sublimarla
en el segundo estadio. Porque así, su vida será como un mar muerto,
donde no hay aves volando, pues a la mitad del camino se rinden y
mueren.
Encerrado en un círculo
interminable, desesperado, el sujeto tiene la alternativa de
permanecer en la valoración estética o dar un salto a un nivel
superior por voluntad y compromiso. Hay que elegir, o lo uno o lo
otro. Esto quiere decir que al pasar de un estadio a otro sufriremos
un mal rato, una angustia, pero no vamos a intentar suicidarnos, como
lo hizo el sr Soren.
La siguiente postura de
la valoración de la vida es la esfera ética. Aquí el hombre acepta
para sí principio morales, acepta la razón razonante universal como
base y forma que rige su vida, un principio de realidad, que sublima
todas las pulsiones vitales, hace el bien y evita el mal. Su
representante por antonomasia es nada menos que Sócrates, el héroe
trágico que renuncia a si mismo para poder expresar lo universal,
renuncia a la satisfacción pura de los impulsos, y afirma la ley
universal de la razón apolínea. El carácter se impone a la
debilidad de la sensibilidad, superándola a voluntad con ideas
claras y recién paridas. Aquí el individuo siente un fuerte impulso
por conocerse a sí mismo, a la autoreflexión para buscar respuestas
en su interior.
La valoración estética
es una evolución, es dejar de ser jóvenes para convertirnos en
adultos. No como Nerón que siempre fue un niño, sumido en su ser,
ira y angustia. El hombre valora desde si mismo el compromiso social,
le agrada ser maestro, dice si al matrimonio, al amor único, la
familia, la amistad, el trabajo, y a Dios, posee un proyecto de vida,
estabilidad y continuidad.
La “crisis” de la
valoración ética, viene cuando el hombre teme hacerse culpable y
mira ésta culpa como posibilidad, percatándose de que puede ser
incapaz de cumplir la moral con constancia y adquirir ciertas
virtudes. Además, colocado frente al fenómeno de la muerte, la idea
de la nada, del vacio, hace su aparición la angustia que pone al
hombre frente a Dios. No hubo respuesta en lo ético y por tanto el
individuo tiene que valorar su vida y volver a hacer un acto de
elección, esto es, dar un salto de fe, a la valoración irracional
religiosa, la cual es la cumbre de la existencia.
En el estadio de
valoración religiosa hay esperanza en lugar de desesperación,
confianza plena en Dios y no angustia, una alegría indescriptible.
Niega a la valoración hedonista, la vitalidad del cuerpo, el placer,
lo emocional, al Eros, a Dionisos y a la del compromiso con la razón,
con la realidad, con Apolo; A lo estético y a lo ético. En cambio
se afirma de manera rotunda la pulsión de muerte y se enaltece al yo
como espíritu, realizando un movimiento casi místico hacia Dios.
Ser uno con Dios, como
individuo absoluto, porque la máxima expresión del hombre
individual es para Kierkegaard la relación directa con Dios. Se le
ama y no se le quiere ofender, se le rinde obediencia absoluta para
cualquier mandato, incluso si te pide matar a tu propio hijo, como es
el caso de Abraham; o renunciar a la mujer que amas, como es él
mismo el caso al abandonar a Regine Olsen.
¿Podemos ver una
valoración mística en este espíritu religioso? Si, porque hay un
renuncia total a lo externo, a lo sensible, incluso el aspecto del
compromiso social, y además a buscar dentro de uno mismo respuestas
a las valoraciones personales, y porque la fe es el punto central. El
Maestro Eckart habla de Dios, naturalmente, pero lo percibe como un
límite en cierto modo, un límite que debe rebasarse, un ir mas allá
de Dios, hasta la deidad misma que se derrama en Dios; tal vez pueda
ser esta experiencia inefable la invitación que nos hace el teólogo
Soren.
La valoración en
Kierkegaard es indiscutiblemente una valoración personal, subjetiva,
positiva del sujeto que elige y se compromete con su valoración
valorizarte. Esto puede ser deficiente porque da la impresión de
excesiva subjetividad y nada de objetividad a la valoración. Pero el
carácter intensamente personal es lo que fortalece, porque cada
individuo en su existir lo fundamenta.
La vida siendo como es,
paradójica y en constante contraste y cambio, en donde el hombre
tiene que elegir, valorar, preferir, optar a cada paso, no se puede,
sin embargo, regresar, porque el camino recorrido en el tiempo es
imposible volverlo a recorrer. Por eso la vida puede ser comprendida
viendo hacia el pasado, pero solo ha de ser vivida viendo en el
presente, hacia el futuro. ¡somos libres hay que elegir lo mejor!
Bibliografía:
Risiesi Frondizi. ¿Qué
son los valores?. Edit. Fondo de cultura económica.
García Morente.
Lecciones preliminares de Filosofía. Edit. Porrúa “sepan
cuantos”
Copleston. Historia de
la filosofía, Volumen 3. Edit. Ariel filosofía.
Kierkegaard Soren. O
lo uno o lo otro. Edit. TusQuest.
Kierkegaard Soren. El
concepto de Angustia. Edit. TusQuest.
Etiquetas:
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Ensayo,
Ética,
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