Según el Dr. Ángel Ma. Garibay, el difrasismo es “un procedimiento que consiste en expresar una misma idea por medio de dos vocablos que se complementan en el sentido, ya por ser sinónimos, ya por ser adyacentes”. Este procedimiento es muy característico de la lengua náhuatl, aunque no tanto en el castellano, donde sin embargo se pueden hallar ejemplos como las frases: “a tontas y a locas”, “a sangre y fuego”, “contra viento y marea”, etc. Pero, en la lengua náhuatl existe un difrasismo que interesa por su conexión con lo que podríamos denominar la “metafísica náhuatl”; este difrasismo es in xóchitl in cuícatl”, es decir: flor y canto. Metafóricamente, puede interpretarse como Poema.
Alternativamente a la “visión hutzilopóchtlica del universo”, caracterizada por los sacrificios humanos y las guerras floridas con el fin de evitar la muerte del sol, los náhuas hallaron en flor y canto otra forma de escape a la imagen de la destrucción y la transitoriedad, pero a través del encuentro con lo verdadero: la palabra poética que describe lo verdadero, la belleza. El siguiente fragmento poético nos muestra la inquietud por la muerte y la transitoriedad en el hombre náhuatl:
¿Acaso de verdad se vive en la tierra?
No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.
Aunque sea jade se quiebra,
aunque sea oro se rompe,
aunque sea plumaje de quetzal se desgarra,
no para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.
No obstante que esas cosas bellas son perecederas, flor y canto es indestructible, porque viene de una región trascendente, divina. Por lo tanto, la poesía es para los náhuas “lo único verdadero sobre la tierra”, y el poeta es una especie de profeta que trae a los mortales un poco de lo eterno, de lo verdadero, de lo que permanece.
León-Portilla nos dice que: “Sufre el poeta, porque siente que nunca alcanzará a decir lo que anhela; pero a pesar de esto, sus palabras pueden llegar a ser una revelación”. Y luego, nos ofrece el siguiente fragmento poético en que se expresa ese sufrimiento del poeta:
Flores con ansia mi corazón desea,
sufro con el canto, y sólo ensayo cantos en la tierra,
yo Cuacuauhtzin:
¡quiero flores que duren en mis manos…!
¿Yo donde tomaré hermosa flores, hermosos cantos?
Jamás los produce aquí la primavera:
yo sólo me atormento, yo Cuacuauhtzin.
¿Podréis gozar acaso, podrán tener placer nuestros amigos?
¿Yo donde tomaré hermosas flores, hermosos cantos?
Lo que permanece no es algo oriundo de tlaltícpac, pues como dice “Jamás los produce aquí la primavera…”. Proviene de “lo que está por encima de nosotros” y sólo puede adquirirse por vía de donación de los dioses.
Bibliografía:
León-Portilla, M. La filosofía náhuatl. UNAM. México. 1983.
Versión en audio:
Podcast Filosofía: Flor y Canto.
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