Por Hitsel Navidad
¿Cuál es el verdadero significado del amor en el discurso Platónico?
¿Tiene que ver con el sentido físico y el deseo, o se concatena con las
ideas que van más allá de lo físico y tienen que ver con el espíritu?
¿Tiene que ver con el concepto de belleza?
Si hacemos un
planteamiento del discurso platónico mostrado en El banquete y el Fedro,
tendremos una serie de variantes con respecto a las distintas
intencionalidades que se pueden dar al significado del amor.
En
“El banquete”, que es el diálogo que Platón le dedica ampliamente a este
tema, nos encontramos con distintas posturas, puestas a la mesa de este
banquete, donde se han reunido para compartir la comida y la bebida,
conversar a la manera griega, Pausanias, Fedro, Erixímaco, Aristófanes,
Aristodemo y Sócrates, todos invitados por Agatón, el anfitrión. Estas
reuniones eran una excusa para que el anfitrión ofreciera a sus
invitados un entretenimiento de carácter estético, como la música, el
canto, la danza, o un discurso reflexivo acerca de algún tema
específico. En este caso deciden hacer un elogio a Eros, el Dios del
amor.
Fedro es el primero en hacer su elogio, su discurso se
ocupa en dar a Eros una genealogía mítica como el más antiguo de todos
los dioses, citando a Hesíodo y otros poetas.
“Así pues están de
acuerdo en que Eros es el más antiguo de los dioses todos. También es
de todos ellos el que hace más bien a los hombres; porque no conozco
mayor ventaja para un joven, que tener un amante virtuoso; ni para un
amante, que el amar un objeto virtuoso”.
Platón, a través de Fedro
nos plantea aquí, que el amor es quien sugiere afán y honor, además de
engendrar la virtud, esta permitirá la existencia a la amistad, la
comunidad y el estado. Es decir, el amor tiene que ser virtuoso.
Este
es un punto un tanto estático, falto de desarrollo, por un lado Fedro
nos dice que el amor es el medio de la virtud y desecha toda posibilidad
una vez que aparezca la vergüenza y la deshonra, esto lo explica cuando
dice que un enamorado que es descubierto en un acto deshonroso, es más
desdichado si es descubierto por el objeto amado, que por su padre, su
madre o cualquiera de sus familiares, por tanto, una vez descubierto un
enamorado en un acto deshonroso, el amor deja de ser virtuoso, pues la
deshonra, borra la virtud.
Pausanias, por su lado, intenta
formular concretamente las formas y la esencia del amor, siendo
divisible en dos modos diferentes, pues si existen dos Afroditas, dice,
tendrían que existir dos Eros, uno el Eros popular o vulgar, que es
repudiable moralmente ya que tiende a la mera satisfacción de los
apetitos sexuales, y el otro el Eros celeste o elevado, de origen divino,
que tiene como motor el bien verdadero y la perfección del ser amado.
El Eros celeste es el que tiene una fuerza educadora y ayuda al amado a
desarrollar su persona.
Así como existen dos Eros, existen dos
formas de amar, dice Pausanias, las del hombre y
las del hombre virtuoso.
“Es inhonesto conceder sus favores a un
hombre vicioso, o por malos motivos. Es honesto, si se conceden por
motivos justos a un hombre virtuoso. Llamo hombre vicioso al amante
popular que ama el cuerpo más bien que el alma; porque su amor no puede
tener duración, puesto que ama una cosa que no dura. Tan pronto como la
flor de la belleza de lo que amaba ha pasado, vuela a otra parte, sin
acordarse ni de sus palabras ni de sus promesas. Pero el amante de un
alma bella permanece fiel toda la vida, porque lo que ama es durable”.
Para
Platón, está descartada la idea de un amor popular, es decir, imposible
pensar en que se pueda amar de una manera física solamente, pues una
vez pasada la belleza, dice, el amor se termina, lo único que perdurará
será el amor virtuoso, ese que ama la belleza del alma.
Si
entendemos al amor, con un carácter de amplitud, donde existe el amor
filial, el carnal y el intelectual, entonces cualquiera de ellos debe
ser llamado amor, aunque sus tiempos de duración sean distintos, unos
más perdurables que otros.
Erixímaco, ya más entrada la noche y
las bebidas de algunos, como Aristófanes, que en ese momento está
imposibilitado a exponer su elogio debido al efecto que ha ocasionado en
él la bebida, dirige un discurso que tiene que ver más con la
naturaleza, cree que la salud (como médico que es) es la mezcla acertada
de los contrarios en la naturaleza corporal. Con la misma teoría de
Pausanias de que existen dos amores, Erixímaco, expone:
“La
naturaleza corporal contiene los dos amores; porque las partes del
cuerpo que están sanas y las que están enfermas constituyen
necesariamente cosas desemejantes, y lo desemejante ama a lo
desemejante. El amor, que reside en un cuerpo sano, es distinto del que
reside en un cuerpo enfermo…Es cosa bella conceder sus favores a
un amigo virtuoso, y cosa fea entregarse al que está animado de una
pasión desordenada, es una máxima aplicable al cuerpo”.
Platón-Erixímaco
en este discurso nos muestra una analogía entre lo bueno y lo malo con
lo sano y lo enfermo. Lo ideal, dice, es el amor sano. Aquí no solo
se queda el amor anclado en los seres humanos, sino también en las
cosas, los objetos, los animales, el amor es un Dios que extiende su
poder tanto en el campo humano como en el divino.
Parece
razonable la propuesta de Erixímaco, tomando en cuenta que el amor
tendrá que estar dotado de sanidad, en cualquier caso que se presente,
salud mental, física y espiritual, de otra manera difícilmente podría
ser llamado amor y tendría que tomar otro calificativo, como pasión o
deseo.
Aristófanes, una vez que pudo tomar la palabra, hace su
elogio recurriendo a una recreación de un momento mítico en que los
humanos se encontraban completos siendo tres los tipos de hombres,
totalmente masculinos, totalmente femeninos y mitad femenino, mitad
masculino: el andrógino. Cuando Zeus, separa en mitades a los hombres,
cada una de esas mitades desea encontrar a su otra mitad para volver a
sentir la plenitud.
Este es uno de los discursos que más
inquietan y aclaran el panorama con respecto al amor y a sus diferentes
expresiones, pues una vez que son separados cada uno busca a su otra
mitad, vislumbrando así, con esta figura mítica, las diversas
posibilidades de orientación sexual en relación a las mitades a las que
perteneciera cada humano. Valiéndose del mito y sin dejar de ser una
idea ancestral, nos ubica en una realidad, que aún a tiempos actuales,
es importante sobrellevar: la diversidad. La diversidad que para
los griegos estaba completamente permitida y que al paso de las
distintas épocas y culturas se ha degradado y desechado.
Para
Agatón, el amor es algo bello, bueno y que anhela, desea y tiende a lo
bello, pero todo deseo representa anhelo de algo, que es algo que no se
tiene, y que se apetece tener, o si lo tenemos quizá no sabemos si
mañana estará con nosotros y lo deseamos tener por siempre. Por tanto,
si Eros aspira a lo bello, no puede ser él mismo bello, sino necesitado
de belleza. Así, pues, no es un Dios, pues es imposible un Dios sin
belleza.
El discurso de Agatón tiende al idealismo, otorga a
Eros, los rasgos del amado, más que del amante, atribuye a este todas
las virtudes, resignándose todos los placeres ante él y no habita la
tierra.
El último en este banquete en hacer su elogio a Eros, el
Dios del amor, es Sócrates, este apela a una conversación sostenida
con Diotima, quien le devela la naturaleza del amor. En primer lugar nos
dice que el Eros se sitúa entre lo bello y lo feo, que es un daimon,
una especie de demonio que está entre la inmortalidad y la mortalidad.
Sócrates nos plantea aquí cuatro estadios para llegar al amor virtuoso.
En primer lugar se ama un cuerpo bello, al tiempo aparece la decepción,
que origina la búsqueda de otro ser amado, al llegar al nuevo ser
amado, esta vez por medio de un alma bella, que finalmente desembocará
en el amor por las bellas ideas, las ideas son contempladas por el alma.
Nos dice aquí, Platón, que siempre será necesaria la decepción para
llegar a un estado superior de amor, que será el amor virtuoso.
Hasta aquí el planteamiento de Platón en El banquete, veamos ahora sutilmente el planteamiento que hace en el Fedro.
En
este diálogo Fedro le cuenta a Sócrates un discurso que Lisias le hizo
sobre el amor, donde le dice que el amado debe elegir al no enamorado en
lugar de al enamorado, pues el enamorado se arrepiente de los hechos
una vez que deja de estar enamorado y los no enamorados no, pues los
enamorados no piensan de manera racional, entran en un estado de delirio
que no les permite dominarse. Racionalmente no pueden dominarse porque
reconocen que su espíritu está enfermo y carece de buen sentido.
A esto Sócrates refuta, diciendo que en cada uno de los hombres hay dos principios conductores:
“El uno es el deseo instintivo del placer, y el otro, el gusto reflexivo del bien”.
Que
el deseo, prevaleciendo irracionalmente sobre ese modo de pensar que
impulsa a la rectitud, tiende al disfrute de la belleza, y triunfa en su
impulso a la hermosura corporal, es el que, recibiendo su denominación
de su misma fuerza, ha sido llamado amor.
“Cuando el deseo
irracional, sofocando en nuestra alma este gusto del bien, se entrega
por entero al placer que promete la belleza, y cuando se lanza con todo
el enjambre de deseos de la misma clase sólo a la belleza corporal, su
poder se hace irresistible, y sacando su nombre de esta fuerza
omnipotente, se le llama amor”.
El amante, dice Sócrates, no soporta que el amado sea superior a él y hará todo por humillarle y rebajarle.
“El que está poseído por un deseo dominado por el deleite, debe necesariamente buscar
en el objeto de su amor, el mayor placer posible. Un espíritu enfermo
encuentra su placer en abandonarse por completo a sus caprichos,
mientras que todo lo que le contraría o le provoca le es insoportable.
El hombre enamorado verá con impaciencia a uno que le sea superior o
igual para con el objeto de su amor, y trabajará sin tregua en rebajarle
y humillarle hasta verle debajo”.
Platón nos muestra su
filosofía sobre el amor, en distintas formas. Tendríamos que plantear un
camino de retorno, hacia la reconquista de nuestra naturaleza: una vida
armónica, la búsqueda de lo bueno y lo bello, que es lo justo. Por
amor, desde el punto de vista platónico, entendemos que es el amor a la
belleza, la belleza de las ideas, del alma, de la razón y del
pensamiento. El amor a las ideas, las nuestras y las de los demás. El
concepto platónico del amor es un concepto estético, de belleza, que tiene que
ver con la virtud del hombre. El hombre debe amar para poder alcanzar un
estado espiritual que lo acerquen a los verdaderos motivos por los que
se tiene que desenvolver en la humanidad, buscando el estado mejor para
el alma.
BIBLIOGRAFÍA
Platón. El banquete.
Platón. Fedro o del amor.
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